lunes, 8 de septiembre de 2014

Desinformación y auto-oposición; los fraudes en formación y la presidenta que nunca estuvo allí

 

En los últimos días escucho y leo que el escándalo de la formación profesional para el empleo (antes ocupacional) va a más en nuestra comunidad. Unos hablan de 17 millones defraudados, otros de al menos, 581 expedientes con irregularidades y 4000 por investigar; leo también que “La juez Alaya acusa a la Junta de haber concedido 950 millones para cursos de formación sin justificar”… me parece una noticia que rebaja la credibilidad de nuestro gobierno autonómico y corre serio peligro de crear una desconfianza insalvable tanto de la propia población, como de otras administraciones.

Hay varios aspectos que me llaman poderosamente la atención. Después de leer atentamente varias noticias no me entero de algunos de los puntos más importantes, que resumo:

ü  ¿Qué porcentaje de expedientes tiene alguna irregularidad? Según Alaya, como decía, 950 millones no están justificados, por lo que deberían devolverse; según el consejero de educación Luciano Alonso, en comparecencia ante una comisión del parlamento autonómico, informó que los reintegros definitivos suponen "sólo el 0,7% del presupuesto destinado en esos años para formación para el empleo” dato irrelevante totalmente sin saber cuanto queda por inspeccionar, si se ha empezado por los más sospechosos o ha sido de forma aleatoria, etc. En definitiva me parece que la práctica totalidad de los grupos políticos, medios de información y alguna jueza, desinforman sobre este tema, unos por inflar la gravedad de lo que ocurre en Andalucía, otros por tapar “su” pecadillo.
 

 

ü  ¿Qué es una irregularidad? Me parece un término muy ambiguo, que mezclado con la palabra fraude forma un cóctel explosivo. Entiendo, y creo que lo hace la administración, por irregularidad cualquier partida, factura o reintegro solicitado de una subvención y no adecuadamente justificado. Esto quiere decir que se están poniendo al mismo nivel cuatro realidades totalmente distintas; para entendernos que no es la misma irregularidad:

1.       Una factura con algún defecto de forma (por ejemplo sin CIF, o sin algún dato, o no legible) o que no ha seguido el procedimiento marcado en las bases de la subvención.

2.       Una factura que no se considere justificable a posteriori pero que se haya pagado realmente al proveedor de forma adecuada (el cristal de una ventana del aula, por ejemplo), donde la máxima responsabilidad de incluirla es tanto de la entidad de formación, como en la mayoría de los casos del organismo que debe supervisar el proceso y no lo hace adecuadamente.

3.       Una factura realmente pagada, pero desviada a otra área de la entidad (los famosos portafolios y materiales de los sindicatos para los congresos, pagados con los cursos de formación).

4.       Finalmente facturas falsas o infladas premeditadamente, con un claro afán de lucro personal o de la entidad.

Aquí creo que es necesario aterrizar al nivel de la experiencia personal. He sido alumno, formador, técnico en formación y director en el ámbito de la formación para el empleo, continua y las Escuelas Taller. ¿Qué he visto y oído en estos años? Es vox populi que hay empresas que han dado el material del curso junto con el título, sin que dicho curso se hubiera impartido, y por supuesto trabajadores que lo han firmado y aceptado (y que han competido con otros trabajadores con su título fraudulento). Esto ha sido más o menos puntual, pero ha sucedido en formación para el empleo, y ha sido relativamente común en formación continua, sobre todo por empresas que han florecido al calor de este negocio, más que posiblemente por tener buenos contactos políticos. A partir de ahí, todo lo que podamos imaginar; cursos de menos horas de lo estipulado, contrataciones de docentes que tienen que pagar impuesto revolucionario a entidad…Como alumno he participado en cursos de los sindicatos mayoritarios, y sin saber si se desviaron fondos, puedo asegurar que no fueron, ni de lejos, los peor dotados de medios, docentes, material y equipamientos en los que he estado; mi peor experiencia ha sido, por el contrario con un curso de una asociación de empresarios. Desde el otro lado, como profesional, he sufrido el temor constante a que lo que entiendes justificado (en el mejor de los casos según una guía de justificación del gasto, generalmente considerada extraoficial por quien te la proporciona, o como el código del pirata, del que hablaba Jack Sparrowmás que unas normas concretas, son unas directrices”), no sea luego considerado como tal por el técnico en cuestión; que cada compra deba ser considerada por 3 o cuatro estamentos; la dirección del programa, la dirección de la entidad, la intervención si se trata de una entidad pública, los técnicos de la junta (que generalmente te hacen saber, de forma más o menos amable, que no deben ser llamados para consultar cualquier gasto) … creando una demora de la actividad formativa que ni docentes (contratados a última hora) ni alumnos podrán entender. Porque al final, desde el ciudadano, sea alumno o profesional, lo que se traduce es que lo importante es la justificación del dinero, más que la formación en sí, vamos, que se hace formación para justificar y no que se justifica para poder dar buena formación.

Así pues, no creo que pueda ponerse al mismo nivel una factura de material docente (papel o bolígrafos) incorrectamente justificada, que subcontratar a una empresa a precio de oro por un servicio pobre o inexistente, o facturar formación que no se imparte, o utilizar la misma factura de compra de un equipo en dos o tres programas, o facturar conceptos que no tienen nada que ver con la formación impartida, o algunas de las miles de barrabasadas que escuchamos a diario… Dicho queda, en descargo de las entidades en las que he trabajado, y en las que nunca he visto afán de lucro.

ü  Para ir terminando, me parece que lo más llamativo es la actitud de la propia Junta de Andalucía, con su presidenta a la cabeza. Digno del título de aquella película de los hermanos Cohen “el hombre que nunca estuvo allí”. Por sus declaraciones, es la más furibunda perseguidora del fraude, tan tajante o más que la oposición, de hecho parece la jefa de la oposición en vez del gobierno, pero curiosamente, el mayor fraude, y así lo entenderá Europa, es no haber dispuesto de mecanismos de información, controles, supervisión ni inspección, y seguir dando subvenciones a quien no justificó adecuadamente  las del año anterior, ni el anterior, ni el anterior…. Es decir, el mayor fraude es que la administración haya hecho dejación de sus funciones. La presidenta lo sabe, y ha establecido un cortafuegos, cambiando las competencias a la Consejería de Educación, que ha tenido que hacer frente a la misión de investigar lo que pasó en Empleo, como decía Serrat “sin saber del oficio y sin vocación”… pero de eso, no dice nada, nuevamente es la presidenta que nunca estuvo allí, la que nos quiere convencer de que aterrizó de un lugar lejano y ajeno para sustituir a Griñán.

 

ü  Finalmente ¿Y ahora qué? La tormenta no se sabe si está cerca de amainar o está empezando; la formación para el empleo en nuestra comunidad lleva paralizada al 99% varios años y las líneas maestras de la del futuro avanzan novedades que suponen, me temo, profundizar en  la senda que se dice pretender abandonar por el procedimiento de matar moscas a cañonazos:

1.       Para que haya menos fraude me temo que la medida estrella es que sea menos atractivo defraudar, es decir, que en vez de ganar dinero (hasta ahora legalmente era posible  indirectamente, mediante la adquisición gracias a los cursos de equipos y herramientas que sirvan para futuras acciones, la amortización de instalaciones, etc.) se pierda dinero con la formación; es decir, se exigirá una cofinanciación mayor de las entidades.

2.       Concurrencia competitiva, que posiblemente se traduzca en que quien lo haga más barato, más rápido o disponga de antemano de lo necesario, tenga mayor probabilidad de ver concedida la subvención para el curso.

3.       Mayor énfasis en que se cumplan los requisitos en materia de instalaciones y equipos, justificación económica y contratación. Sobre el papel, perfecto, pero la experiencia me dice que el temor a justificar mal y el empleo de procedimientos de contratación que exigen de plazos amplios, redunda en peores condiciones materiales para el desarrollo de la formación.

 

Nadie entiende que si un banco gana se quede los beneficios y si pierde haya que pagarle las deudas; pues en la formación me temo que volverá a ocurrir; eliminados del ámbito de decisión y ejecución de la formación sindicatos y patronal (en ello está ya el PP), todo quedará en manos de los ayuntamientos, deudores y en algunos casos sospechosos de las mismas prácticas, de las ONG´s, que en general no disponen de medios para impartir la nueva formación que se nos viene con sus nuevas prácticas (anticipar dinero, cofinanciar, homologar centros sin seguridad de que impartirás el curso…), y sobre todo de las empresas o pseudo-empresas (fundaciones con ánimo de lucro) de formación, grandes trasatlánticos de la formación con infraestructuras y equipamientos amortizados a los que siempre les saldrá a ganar impartir más formación y que ya colaboran en muchos casos con la Consejería de Educación, tan responsables al menos como otras entidades de la situación actual y que lo tendrán ahora a huevo (cambio de nombre o nueva empresa de los mismos dueños mediante). LA sanidad tiene a los hospitales de Pascual, la formación para el empleo tendrá pronto sus equivalentes en Andalucía.

 

En mi opinión, esto redundará paradójicamente en cursos peor dotados y gestionados. Sólo la asunción de responsabilidad directa de la Junta de esta competencia durante un periodo de transición podría mejorar el panorama, pero lo dudo mucho, no creo que después del escándalo de la formación y lo sucedido con la FAFFE, la presidenta asuma nada, pues ya no podría decir que esta vez, no estaba allí.

 

Al tiempo.
Hablando de tiempo, mi propuesta musical de hoy:
 


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