Orientador sin brújula.
Ante todo, hola.
Este blog nace con la pretensión de dar salida y
orden a las reflexiones que día a día me produce la situación social de nuestro
entorno, y en especial en el ámbito profesional que me es más querido y
cercano, la inserción, el empleo, la formación... aunque no renuncio
a tratar otros temas que me interesan como la salud, música, ciencia, etc. No
lo creo para los demás, sino para mí, es cómo escribir en voz alta, pero desde
luego, quien quiera emplear un minuto de vez en cuando a leerme, tiene mi
agradecimiento, y si ya me interpela o cuestiona, mi consideración eterna.
También me planteo aprovechar este espacio para
desarrollar un poco mi identidad digital y mi marca personal, cuestiones muy de
moda en estos días, aunque no puedo hacerlo de forma aséptica y comercial, como
se recomienda por lo general.
Pero ante todo, os debo una explicación, como
decía Pepe Isbert en Bienvenido Mister Marshall, y es la referida al nombre.
¿Qué es un orientador sin brújula? por supuesto una contradicción en sus mismos
términos, y en mi opinión, que ya desarrollaré, una situación muy común entre
los que nos dedicamos a estas cosas. Como escribía Lewis Carroll cualquier
camino es bueno si uno no sabe a dónde va. Para ser exacto (y hay traducciones
de lo más diverso) cualquier camino es igual de bueno que los demás, si
uno no tiene clara la meta. Y esa es la moraleja y paradoja en la que nos movemos;
los orientadores profesionales, en estos tiempos, no tenemos claro hacia dónde
ir.
Bueno, ya profundizaré en esta reflexión, que
para empezar creo que está bien.
Os dejo con un poco de relajación en forma de música, de mi admirada Loreena McKennit: