lunes, 10 de noviembre de 2014

Sobre la orientacìón en el mundo 2.0 (y 3.0 ...)

Hay una evidencia que a nadie se le escapa a estas alturas; como diría Bob Dylan, los tiempos están cambiando. El desarrollo de las telecomunicaciones en general e Internet en particular, han cambiado nuestra forma de entenderlo todo. No es sólo un cambio cuantitativo, no es que todo sea más rápido, es que la manera de comunicarnos, de relacionarnos, los contenidos... nada tiene que ver. 
 
Asumimos estos cambios con bastante cotidianeidad, pero basta detenernos a pensar en las formas de enviar mensajes, dinero, de difundir ideas, o como eran los medios de comunicación en el mundo en que nacieron nuestros abuelos o madres, y en el que han nacido o nacerán  nuestros hijos o nietas... ¿Quién manda ya cartas personales? ¿Cuándo fue la última vez que escribiste a mano o pegaste un lengüetazo a un sello? ¿Quién podía imaginar hace 50 años que se podría hablar en directo y cara a cara con alguien en el otro extremo del mundo sin ser multimillonario?
 
El empleo no es ajeno a estos cambios; por el contrario, si hay un ámbito en el que la exigencia de estar al día, de no perder el tren de la innovación es constante, es el laboral. Así pues, es obligatorio revisar si las formas de buscar trabajo y trabajadores han cambiado a la vez que otras tantas cosas... y si nos estamos adaptando a esos cambios.
 
Los estudios no se ponen de acuerdo en la cifra concreta, pero sí en el hecho de que la mayoría de las ofertas han cambiado de canal;  los periódicos con ofertas de empleo son dinosaurios, como otras prácticas en desuso o cada vez más minoritarias, mientras en Internet se concentran entre el 60 y el 85% (según la fuente que se consulte) de las ofertas de empleo en España y Europa.
 
Si el empleo cambia en algo, hay que revisar si nosotros, trabajadores y trabajadoras o demandantes, debemos adaptarnos a ese cambio, y cómo hacerlo.  En definitiva, hay que revisar si tengo que seguir llamando a puertas, llevando C.V. primorosamente impresos en mano, pidiendo entrevistas presenciales... o hay que abandonar todo esto y entregarse a la búsqueda en Internet. Todo esto me sugiere algunas reflexiones que pueden servir de criterios a la hora de diseñar nuestra búsqueda de empleo.
 
  • El tipo de trabajo. Cuando he escuchado a profesionales super preparadas (eran mujeres) decir que en torno al 80 u 85% de las ofertas están en Internet, me he preguntado ¿Ofertas de qué? ¿Por igual en todos los perfiles? Y me he respondido que no. Puede que sea subjetivo, pero juraría que los empleos de carácter más local, con mayor tradición de contacto personal o con unos usos y costumbres propios del sector (sólo contrato a quien conozco como trabaja), o empleos con altas proporciones de empleo sumergido, están aún lejos de ese porcentaje. Por supuesto también los sectores en los que quien oferta no tiene un perfil de manejo de herramientas informáticas muy alto... En definitiva, el tiempo de búsqueda, presencial o en Internet, debe combinarse y estar en relación al tipo de trabajo que se busca; si te dedicas a hacer aplicaciones en Android debes buscar más en Internet, si se trata de ayuda a domicilio, empleadas de hogar, construcción, pues debes tener en cuenta que posiblemente debes atender a los dos tipos de búsqueda... Cada buscador o buscadora de empleo debe hacer ese análisis, y sacar sus conclusiones teniendo todos los factores en cuenta. Y por supuesto, pensando que si ayer sólo el 5% de ofertas de tu sector no estaban en Internet, lo más probable es que ese porcentaje hoy sea mayor, y en un par de años mucho mayor, es decir, que cada cierto tiempo hay que  revisar ese planteamiento.

  • La selva de Internet. Una vez aceptado que Internet es el medio en el que circulan muchas ofertas, y muchas personas que contratan, emprenden... debemos aprender a diferenciar, y seleccionar lo que nos interesa. El exceso de recursos de búsqueda puede aburrir y desanimar tanto como la ausencia. Muy resumidamente, debemos diferenciar entre 4 tipos de recursos:
    1. Redes sociales.
    2. Redes profesionales.
    3. Páginas de empleo globales.
    4. Páginas de empleo locales.
 En definitiva, podemos buscar anuncios y ofertas, o podemos también generar, igual que tradicionalmente se ha trabajado en la orientación de forma presencial, telefónica, una red de contactos personales con los que compartir información, recursos, que puedan avalarnos o hablar por nosotros, etc. Para ello podemos valernos desde Facebook hasta Linkedin, o foros, grupos, chats sectoriales, profesionales, colegiales, de asociaciones, etc.
  • El concepto de búsqueda. Hay que tener en cuenta que, en el mundo físico o en la red, la tendencia no es sólo a buscar, sino a que te encuentren, es decir, a que en todo lo que hagas transmitas una imagen profesional positiva junto a un mensaje de disponibilidad. Como ya he comentado en otro post, el concepto de marca personal me parece un poco agresivo; no somos productos,  tenemos que promocionarnos, darnos a valer, no exactamente vendernos, y hay que cuidar ser buenos profesionales, por lo menos tanto como darnos a conocer. Pero la evidencia es que hay que intentar ir más allá de responder a ofertas y esperar que pasa. Además, cuando hay una selección, cualquiera (desde empresas hasta otros candidatos) pueden indagar en la imagen que transmitimos en Internet. En resumen hay dos aspectos a cuidar:
    • la imagen, identidad y reputación digital. Más allá de definiciones, nuestra presencia en la red se traduce en una imagen que se transmite a los demás, y que puede ser voluntaria o no, positiva o no. Por ello es interesante valorar cual es esa imagen que producimos, y valorar si merece la pena modificarla para adecuarla a la que pretendemos dar.
    • La marca personal 2.0. Hace unos 15 años, a partir del artículo "La marca llamada tú" comienza un mayor desarrollo de la idea de que para conseguir empleo no sólo hay que responder a ofertas (actitud reactiva) sino promocionarse uno mismo (activa). Posteriormente, ha evolucionado hasta promoverse el mismo desarrollo que para una marca comercial, incluyendo estrategias de márketing. La marca personal 2.0 hace referencia a como crear y promocionar esta marca profesional en Internet.

  • El C.V. Finalmente, una vez contactados buscador de empleo y ofertante (me gusta más que oferente) debemos emplear instrumentos que muestren lo qué sabemos hacer, quienes somos y de donde venimos. Es decir, la función que tradicionalmente cumplían la carta de presentación, la tarjeta de visita, el C.V. etc. es de lo que hablamos cuando empleamos el término C.V. 2.0. Entre estos podemos diferenciar:
    1. Currículums en formato digital. Es decir, el mismo que enviamos en papel, pero en formatos que puedan ser enviados o compartidos a través de internet (procesadores de texto, PDF...)
    2. Perfiles de páginas Webs. Cuando nos registramos en páginas Web de empleo, profesionales o de empresas como posibles candidatos, tenemos que rellenar una serie de datos, que en la mayoría de los casos suponen volcar todo o lo fundamental de nuestro C.V.
    3. Imagen y reputación digital. El rastro que deja nuestra presencia en Internet también puede hablar de quienes somos en lo personal y en lo profesional, pueden dar datos, y sobre todo una impresión de cual es nuestra carrera o recorrido vital (que es lo que viene a significar Currículum Vitae). Por eso mejor controlar estos aspectos.
    4. Vídeo currículum. (Realmente para ser atractivos deben ser más bien equivalentes a cartas de presentación)
    5. Páginas biográficas, infografías, tarjetas de presentación virtuales. son otras expresiones de nuestra carrera, en diferentes formatos, empleando componentes más o menos técnicos, artísticos o profesionales.
Este aspecto merece un espacio propio, por lo que abundaremos en un próximo post.